La bruja en Choachí



Por Christian Ecker. Estudiante de grado séptimo del IED el Hato sede La Victoria.


Una noche fría y nublada, no con muchas estrellas, dos amigos estaban saliendo de un bar y les faltaba poco para estar ebrios, eran aproximadamente las 2:00 de la madrugada e iban caminando a casa, cuando uno de ellos dijo: Olvide mi pañuelo en la taberna, espérame que no tardaré. El amigo hizo caso pero poco a poco empezó a caminar hacia el parque, se detuvo en el centro, no había nadie ahí y se disponía a regresar a donde su compañero le había dicho, pero de pronto salió una luz gris del centro del parque. El hombre se retiró rápidamente del lugar, se quedó muy asustado, pero estaba curioso en que pasaría después, y de pronto salió una mujer muy hermosa, sus ojos se iluminaban con la luna y su cabello resplandecía con las estrellas, el hombre quedó atolondrado con la belleza de la mujer, y sin pensarlo ni un segundo se acercó a ella y le preguntó por su nombre.

- Miranda -dijo ella acercándose un poco más a él –¿quién eres? -preguntó el hombre con más confianza.

-Yo soy -dijo -¡Tú perdición!

​Luego abrió su cara en cuatro partes revelando unos dientes horribles, el hombre saltó aterrorizado y se dispuso a correr, pero la mujer fue más rápida, le clavo los dientes en un brazo, destrozándole la carne y los huesos, luego le arrancó el brazo entero sin siquiera parpadear.

​El hombre cayó de dolor, no grito porque estaba privado de terror, solo se revolcó en el piso esperando a que su amigo escuchara sus gemidos, pero nada pasó. la bruja clavo sus largas y afiladas uñas en su cuello del hombre lo levantó y, mientras moría, lo metió por bajo de la tierra.

No se escuchó nada, apenas se veía un charco de sangre saliendo por una de las grietas del cemento. Su compañero Alfonso estaba escondido detrás del árbol de pomarrosa que se encuentra en la esquina del parque. Alfonso salió corriendo desesperadamente pidiendo ayuda pero nadie llegó, la bruja fue corriendo hacia él y le rasgó el ojo, él respondió con un gritó de dolor, luego rompió un botella de cerveza y se la lanzó, cortando la oreja de la bruja, la cual se regeneró de inmediato. La bruja clavó las uñas en el vientre del hombre, que ya era incapaz de gritar pues se estaba ahogando en su propia sangre. la bruja lo lanzó al suelo. Ya

sin esperanzas sacó de su bolsillo un pañuelo que le había regalado su mujer, lo apretó fuerte, recordó su hermoso rostro y qué sería de ella cuando se enterara que su marido había muerto. Ya convencido que era su fin lo tiró al suelo, la bruja no se dio cuenta y se acercó a él con sed de sangre, pisando el pañuelo sin darse cuenta. De inmediato empezó a dar unos gritos de horror y pánico, el hombre la vio retorcerse, su piel se caía, sus huesos se derretían y su carne se extinguía.

​Al poco tiempo desapareció. Alfonso comprendió que si ella tocaba algo que ya había sido tocado por una mujer más hermosa que ella, la bruja se desintegraba.

Cuando llegó la mañana, todas las personas se reunieron alrededor del Alfonso tumbado en el suelo, había perdido mucha sangre pero estaba vivo. Contó la historia a todos y advirtió que algún día la bruja volvería…

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