Imagen: video La historia de las cosas |
Aporte a la construcción conceptual de la tecnología social propia
Por Leonardo Barbosa
Cátedra Latinoamericana Antonio García Nossa
En la gran mayoría de las personas de pasados los veinte años es usual escuchar decir que los atropella la tecnología, la literalidad de esta expresión es tan abismal como cierta, por ello este escrito.
El común toma por referente del avance en tecnología las vitrinas de los grandes mercados, inundados de tecnologías de consumo. Al hablar de estos avances hay que hacerlos con una visión amplia, es decir, no ingenua sobre su implementación en la vida social.
Para empezar, los desarrollos tecnológicos los podemos distinguir entre unos que son secretos y otros dados a conocer al gran público. Al respecto habría que señalar que las mayores inversiones de capital no están en los productos de vitrina, si bien significan un porcentaje jugoso en la economía del consumo tecnológico, esta producción es apenas un residuo de una investigación y una economía de mayores dimensiones.
Además de contar con cifras astronómicas de gasto privado y público, estas inversiones tienen objetivos de inversión prioritarios claramente definidos, principalmente armamento, exploración física terrestre y marina, además de la inversión en aparatos que solo pueden utilizarse sobre los límites de la atmósfera terrestre y su fuerza de gravedad. El usuario callejero no le llega otra cosa que un chip ya superado por al menos diez versiones sin que pueda imaginarlo, las personas compran productos con obsolescencia programada, artículos para los que ya existen mejores alternativas y que le son totalmente desconocidas.
La precaria visión nacional sobre la investigación y la inversión en este terreno no ha dejado prosperar en el horizonte la idea de una producción propia. Algo que para la precaria mente gobernante no ha sido posible y para lo que sí han existido los argumentos que a la postre hacen de nuestro territorio uno más que permanece sumido en una división global del trabajo desde la visión del capitalismo que no permite el desarrollo de estos focos en territorios que las grandes naciones tratan como sus propias reservas.
En la actualidad la mirada sobre lo que hace la tecnología, se centra en torno de las Tecnologías de la Información y comunicación (TIC) y sus asociadas las redes de información. Se deslumbra como aparatos sin que se haga un examen crítico de los productos tecnológicos que consumimos, en la mayoría de los casos por coacción, ya que el mismo avance de las TIC, va dirigido a reemplazar la relación ya de por sí muy escasa, entre las instituciones o corporaciones y los ciudadanos o usuarios.
Caso de ello los proyectos y leyes sobre ciudadanía digital o los sistemas de maquila de atención al público, en los que la persona quien recibe la queja, reclamo, sugerencia, es un persona cuyo trabajo es llenar reportes, no solucionar problemas ya que no está a su alcance, él no trabaja realmente para la empresa que dice contestar al teléfono sino para una compañía que contesta teléfonos y envía reportes.
Paul Virilio, filósofo de esta era tecnológica entregó para la internet una definición que hoy se aplica genéricamente a estos productos: “acercan lo lejano, alejan lo cercano”. El impacto social sobre la convivencia entre las personas se ve trasformado por la presencia de los aparatos de la era de las comunicaciones, por ello, hay que distinguir entre el avance de la tecnología, el tipo de ésta que especialmente se desarrolla y a la que se le da empuje. Fijémonos cómo gruesos rubros de presupuesto nacional se van en la implementación de tecnologías para facilitar el trabajo de los funcionarios sin que por ello la ciudadanía tenga mejores resultados de parte del estado. Ninguna cámara de video detiene un delito, hace más fácil el trabajo para algunos funcionarios y generalmente no impide la comisión del crimen.
Por otra parte la tecnología para el consumo masivo está principalmente orientada al entretenimiento de las personas, lo que significa la movilización de recursos económicos a cambio de mercancías virtuales, no materiales, solventadas por procesos tecnológicos inmateriales de trabajo socialmente diluido. Esto es un proyecto para la sociedad que no queda subsanado por el diseño de una pequeñísima parte de aparatos y desarrollos tecnológicos al servicio de la medicina, la alimentación, el vestido, el mejoramiento de las condiciones de vida concretas y materiales de las personas, ya que estamos a la luz de la dotación de tecnología para el control y la dominación de las personas, así como la explotación intensiva de los recursos de la tierra para los intereses de las empresas. Así que vale preguntarse ¿Esta tecnología está al servicio hoy de las personas o las personas están sometidas por la tecnología aplastante?
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