11 de septiembre, año de la oscuridad
Señores Codensa
Os escribo esta carta a mano y bajo la luz de una vela, mientras las ranas cantan su existencia en el mundo, para agradeceros infinitamente que el domingo pasado tuvimos servicio de energía en nuestras casas. Así que después de seis días sin luz, pudimos volver a abrir nuestras neveras vacías, lavar algo de ropa, conectar el módem y percatarnos que, mas allá de nuestras crudas e intermitentes vidas, las cosas, para mal o para bien, siguen andando.
Ha sido tanto nuestro regocijo, que nos hemos reunido con los vecinos, para reconoceros y contaros como nuestra economía se va a pique a falta del servicio que vuestra providencia nos vende, pero no nos llega a causa, quizás, de una maldición o un designio sagrado.
Hoy, de nuevo en las tinieblas a pesar de la luz de las estrellas fulgurantes, hemos decidido que, desde aquí, desde esta vereda, vamos a cobraros hasta la última corona gastada en nuestra desgracia.
Bruno Maña,
Vereda El Hato, Chiguachí, Colombia.
Señores Codensa
Os escribo esta carta a mano y bajo la luz de una vela, mientras las ranas cantan su existencia en el mundo, para agradeceros infinitamente que el domingo pasado tuvimos servicio de energía en nuestras casas. Así que después de seis días sin luz, pudimos volver a abrir nuestras neveras vacías, lavar algo de ropa, conectar el módem y percatarnos que, mas allá de nuestras crudas e intermitentes vidas, las cosas, para mal o para bien, siguen andando.
Ha sido tanto nuestro regocijo, que nos hemos reunido con los vecinos, para reconoceros y contaros como nuestra economía se va a pique a falta del servicio que vuestra providencia nos vende, pero no nos llega a causa, quizás, de una maldición o un designio sagrado.
Hoy, de nuevo en las tinieblas a pesar de la luz de las estrellas fulgurantes, hemos decidido que, desde aquí, desde esta vereda, vamos a cobraros hasta la última corona gastada en nuestra desgracia.
Bruno Maña,
Vereda El Hato, Chiguachí, Colombia.
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