¿Qué son las Alianzas público populares y cómo se comen?

 Por Andrés Mauricio Romero




Uno o una se puede situar en un círculo de administradores, economistas y burócratas y escuchar la sigla APP. Si ya ha sido inoculada por el virus de las siglas el resorte de la cabeza se mueve y de inmediato - acto reflejo- lo traduce como Alianza Público Privada.

Considerando que las cosas cambian, las Apepés también pueden traducirse como alianzas público-populares. A quienes trabajamos para sacarlas adelante nos gusta más decir el nombre completo, no hay nada qué ocultar tras una sigla y por el momento las Alianzas Público Populares no han enfermado de burocracia…esperemos, por el bien de la humanidad, que sigan así.

Las alianzas público populares son un mecanismo asociativo en el cual el Gobierno Nacional entrega DIRECTAMENTE recursos monetarios a organizaciones populares de diverso signo (Juntas de Acción Comunal, Asociaciones de Pescadores, Asociaciones de Mujeres, Cooperativas, Asociaciones de Agricultores, entre otras) para que ejecuten tareas que según la “sana lógica de siempre” eran confiadas a grandes contratistas privados como Sociedades Anónimas Simplificadas, Compañías Limitadas, Uniones Temporales o Alianzas Público Privadas con ánimo de lucro.




Esa aséptica lógica tradicional viene a nuestro encuentro, y nos recrimina (el diálogo que viene me lo figuro en mi cabeza con la voz de mi cuñada, por ejemplo, otro se lo figurará con la voz de la vecina, otro en la voz de un tío querido y entrañable)

“cómo se le ocurre a este gobierno darle la plata a los pescadores que no saben manejar la plata, a los negros que apenas les den la plata se la van a robar, a esas pobres viejas que armaron un grupo y que no saben de administración y se van a enredar y -pobrecitas- no es que tengan malas intenciones pero es que esa gente qué va a saber de manejar plata, es que cómo le van a dar plata a los indios que son unos perezosos, cómo le van a dar la plata a las juntas de acción comunal si eso es una robadera no más, espere y vera apenas les den la plata y eso se va a volver una fiesta y esa plata se va a perder y ahora sí vean AHÍ TIENEN SU GOBIERNO DEL CAMBIO pa que aprendan”

Son esas voces que -temerosas siempre- solo saben quejarse y en cuanto se toman decisiones audaces reaccionan esperando que las políticas fracasen para después -si eso sucede- decir “si ven, se los dije” y encogerse de hombros y seguir quejándose que nada funciona. …es extraño, ese sentimiento profundo, oculto y temeroso del colombiano que mata el tigre y se asusta con el cuero, que nos arrincona, a mascullar la rabia, incapacitados de tomar las decisiones necesarias en el momento oportuno. No hemos aprendido nada entonces…

Existe la posibilidad de fracaso, es cierto, porque ninguna actividad humana es infalible. Sin embargo, si el miedo es que en las Alianzas Público Populares los recursos se usen mal y que por el contrario con en el mecanismo tradicional se usan bien…fácil será recordar casos como Reficar, Foncolpuertos, Centros Poblados, Saludcoop, Interbolsa y un larguísimo etcétera. En este etcétera, cuando los recursos públicos fueron entregados a las grandes firmas, la lógica aséptica nunca reaccionó con desagrado (como ahora) porque nos parece que entregar la plata a los ricos está bien, es bonito y agradable y entregarla a los pobres causa asco y repelencia, aunque la historia haya demostrado hasta la saciedad que el rico tiene una clara tendencia a ser más avaro que el pobre. ¿Por qué pensamos de este modo en Colombia? ¿Por qué después de tantas décadas de invocar el cambio, ahora que la invocación surtió efecto, nos arredramos y nos molesta? 

No podemos aquí profundizar en la psicología del Statu Quo. Entonces restrinjámonos al tema: 

El mecanismo de las Alianzas Público Populares y lo que significa.




Por una parte hay una diferencia cuantitativa entre las Alianzas Público Privadas y las Alianzas Público Populares: No se entregan los recursos a los grandes sino a los pequeños. No se aplica la engañosa “teoría” del goteo (que no es teoría sino metáfora falaz). Entregando los recursos a la base de la economía pensamos más bien en la metáfora de la fertilización de las plantas. Los recursos no van a la cúspide del sistema económico (a las copas más altas como gustan pensar quienes se complacen con esta imagen) esperando que desde allí escurran algunas migajas al resto sino que van a la raíz, para abonar la actividad productiva, el trabajo real y no el especulativo.

Y hay varias diferencias cualitativas: 

a. Los recursos no se convierten en Capital Financiero antes de invertirse. Se invierten directamente evitando la perniciosa moda de sacar rendimientos a partir de la especulación con los recursos públicos. Con los grandes contratistas, uno de los jugosos beneficios paralelos resulta de mover recursos públicos -como si fueran propios- dentro del sistema financiero.

b. Al evitar esta condición la plata llega casi intacta a las comunidades (decimos casi porque  aún es necesario usar bancos para las transferencias y eso lleva a que una fracción del dinero se quede allí, en el pago del 4x1000 y otros cobros adicionales que hacen los bancos). De este modo la inversión se realiza más pronto y eficazmente.

c. Como la ejecución la llevan a cabo las organizaciones de base se reduce significativamente el gasto administrativo (léase burocracia). Es un hecho -con las primeras ejecuciones de Alianzas Público Populares, verbigracia Ollas Comunitarias- que el grueso de la inversión se dedica a llevar a cabo el objetivo y no a contratar personal administrativo.

d. Los recursos “rinden más” porque al estar entroncadas dichas organizaciones en el seno de la comunidad, el trabajo voluntario resulta una parte normal y cotidiana de la ecuación. Igualmente muchos de los recursos necesarios para llevar a cabo la actividad -en el caso de las Ollas Comunitarias- son adquiridos al productor primario por lo que los precios se reducen al no existir intermediación o verse reducida drásticamente.

e. La cuestión no se reduce a llenar el estómago, los humanos tenemos apreciaciones complejas de la vida, aunque a veces no se note. Un hambre satisfecha con un platillo exquisito pero producto de la caridad es muy diferente a un hambre satisfecha con comida producto de los propios esfuerzos. Con las Alianzas Público Populares las comunidades no sólo reciben recursos, también reciben respeto y confianza. Pasar de ser marginadas y consideradas incapaces a ser consideradas un aliado confiable resulta un cambio que muchas veces parece increíble. En cuanto se dan los primeros pasos, las organizaciones de base se sienten importantes, IMPORTANTES a nivel nacional, en serio y de pura verdá.

f. Las organizaciones aprenden. Ser depositarias de confianza y ejecutoras de recursos públicos las hará más sabias. De nuevo, con las Ollas Comunitarias ha sido grato que ante la necesidad de los dirigentes (mayores muchos de ellos) de contar con personas que les apoyen con la administración (manejo de herramientas de computación) han vinculado a jóvenes que cuentan con estas habilidades, incluso en comunidades muy alejadas (MUY con mayúscula) hemos encontrado jóvenes profesionales que se entregan a la tarea de ayudar a su comunidad con entusiasmo.

g. Existe un diferente tipo de control de los recursos, ya que la organización tiene base en la misma comunidad, es decir, su sede es allí mismo y está constituida por las mismas gentes que allí viven y trabajan. El control es más sencillo porque la verificación del uso de los recursos está al alcance de la mano.




Vayamos al punto

Una de las primeras experiencias gubernamentales en este sentido han sido las Ollas Comunitarias, que tienen un alias técnico bien aburrido: “Asistencia Alimentaria Complementaria”. Afortunadamente las Ollas Comunitarias ya habían recibido bautizo en la historia de Colombia, tiempo atrás, mucho tiempo atrás.

Estas primeras Ollas han sido ejecutadas por la UNGRD (otra sigla para explicar: Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres). El 7 de agosto de 2022 el nuevo gobierno no aterrizó, ¡Acuatizó! en la región de la Mojana, donde se entrecruzan los ríos Cauca, Magdalena y San Jorge y conforman el Universo de ciénagas. El 2022 resultó ser uno de aquellos años recordados por la altura de las aguas. Pueblos enteros resultaron inundados por meses y meses, llevando su capacidad agrícola y pecuaria casi a cero. En esta región de gente trabajadora, resultaba necesario buscar el modo de apoyar a las personas y comunidades en su retorno a la actividad cotidiana; ya que, siendo anfibios como ellos mismos dicen, no se fueron. Vivieron con el agua al cuello durante casi un año, esperando la emergencia de las tierras y el retiro de las aguas, atrapados en la mitad de dos condiciones complejas: Por un lado el terrateniente que combinando todas las formas de lucha se ha apropiado las tierras menos susceptibles a la inundación -arrimando a las comunidades contra las orillas- y por el otro lado el río y la ciénaga, padres y madres proveedores y severos.

En esta situación, una de las respuestas habituales, por parte del Estado, consiste en la entrega de un mercado dentro de una caja de cartón destinado a cada familia de forma individual. La entidad lo entrega (aún se hace, en algunos casos es la única opción viable en condiciones apremiantes), la familia lo toma y se retira a su casa. Esta entrega está calculada para una familia de cuatro miembros para una semana aproximadamente.

Sin embargo, la persistencia del fenómeno de inundación y sus consecuencias a largo plazo sobre la producción agrícola y pecuaria implican que dicho mercado no impacta en la elevación de las capacidades de recuperación de las comunidades que es componente fundamental en la Gestión del Riesgo.




En esta zona las comunidades se organizaron para brindarse alimentos a sí mismas. En medio de la escasez se logra acopiar alimentos y sin que medie milagro alguno se multiplican los panes y los peces gracias a que se transforman con trabajo comunitario. A partir de lo poco que hay, del ingenio, de la colaboración mutua organizada y de la solidaridad se logró resolver en parte el problema del hambre. A partir de allí el gobierno tomó el impulso natural y lo convirtió en fuerza creadora. No fue necesario construir un extraño mecanismo sino retomar una tradición y darle ánimos entregando recursos, los resultados se han hecho patentes.

De este modo, la Olla Comunitaria pasa a lograr impactar a largo plazo en la recuperación post impacto animando la economía local, generando empleo y dando-recibiendo confianza.

Se insiste por ejemplo en que la comida sea en comunión. En las primeras experiencias de la Olla comunitaria desarrolladas en la Mojana hemos visto que décadas de individualismo llevan a que muchos beneficiarios quisieran ir por su comida para comerla en la soledad de su casa, aislados, tímidos, tal vez avergonzados.

Parte fundamental de lograr fuerza y capacidad es encontrarse. El encuentro permite hablar, verse con los amigos y las amigas, incluso reavivar amores y sobre todo IMAGINAR. Los humanos no venimos a este mundo solo a nacer, crecer, reproducirnos y morir, parte fundamental de lo que somos es esa capacidad de imaginar.




Las cosas que se pueden medir en las Ollas comunitarias se están midiendo: Beneficiarios por cada olla (que están siendo más de los que indica estrictamente la Alianza Público Popular, por las razones anteriormente expuestas), rangos de edad y sexo de los beneficiarios, compras locales, empleos generados.

Sin embargo, por el momento, con las herramientas que tiene la ciencia, no se puede medir el aumento de la confianza y el orgullo, ni el aumento en la cantidad de cosas que las personas empiezan a imaginar. ¿Hace cuánto tiempo que en este país dejamos de imaginar? Que los excluidos de siempre estén empezando a dejar de serlo y hayan empezado a IMAGINAR es algo que debe pesar miles de millones de toneladas en el tiempo y en la historia. Uno de los miedos más profundos de las clases dominantes es que las clases oprimidas empiecen a imaginar… las Ollas Comunitarias han empezado a insuflar oxígeno a esa pequeña llama casi extinta de la imaginación popular.

Para empezar, la gente está siendo capaz de imaginar lo que es comer bien, comer dignamente…y a partir de imaginar, contar con los recursos y la confianza depositada empezó a cocinar estas imaginaciones, y así el verbo se hizo arroz con coco a lo chitoté, bagre frito, yucas con suero, ñame con queso y cerdo guisado, jugo de tamarindo y corozo, blanquillo con arroz y verduras…
La experiencia inicial en La Mojana nos mostró desayunos y almuerzos ralos, parecidos a lo que la necesidad (y el PAE valga decirlo) había moldeado en la cabeza de muchas personas. Pequeños, hipercalóricos, monótonos… las cosas empezaron a cambiar. Aquí dejamos fotografías de desayunos de las Ollas Comunitarias en la actualidad.



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