Volver a la Cebada

Cultivo de Cebada en la vereda el Verjón Bogotá

Por Andrés Mauricio Romero y Francisco Pola Salavarrieta

Una cuestión que para los cerveceros independientes reviste de la mayor importancia en estos momentos es la necesidad (y posibilidad) de abastecernos de manera local de nuestros insumos.

Mientras que la cerveza independiente colombiana siga dependiendo de insumos importados el movimiento adolecerá de un peligroso nivel de artificialidad. Hace unos años preveíamos que el suministro mundial de cereales podría afectarse por la inestabilidad mundial provocada por un sistema económico violento e injusto que azuza guerras como mecanismo para mantenerse vigente.

Considerando que la cebada es un cereal y que es tanto un commodity que se negocia en la bolsa de valores como un bien estratégico para cualquier Estado, en cuanto la guerra y la inestabilidad amenazaran el inestable equilibrio del sistema mundo, sus flujos se verían restringidos. Suponíamos que esto iba a suceder por una guerra en Europa (una pandemia jamás se posó sobre nuestro horizonte) y he aquí que lamentablemente tuvimos razón: Luego de la pandemia sobrevino la guerra. 

Esta situación ha llevado los precios de la cebada y la malta a niveles que amenazan la continuidad de la actividad. En este momento los dos únicos ingredientes locales son el agua y el sudor de l@s cervecer@s -figuradamente hablando, no sobra aclararlo por si el INVIMA lee estas líneas-.

Por el momento, los esfuerzos se centran en lograr abastecer al menos un porcentaje de la demanda local de cebada malteada a partir de plantación e industria nacional.

Se trata en primer lugar de recuperar un cultivo que fue importante en Colombia hace décadas, al que la apertura económica impulsada por el gobierno de Gaviria asestó un golpe casi mortal, como se muestra en el siguiente gráfico.




La producción de cebada en Colombia, mantuvo un franco aumento en la década de los 80 hasta el año 1991, cuando se la puso a competir desnuda contra los grandes productores mundiales. De este modo se perdió no solo la posibilidad de contar con cebada malteada nacional, también se perdieron miles de empleos agrícolas e industriales. A partir del año 1991 se evidencia una reducción de la producción nacional en contraste con el aumento de las importaciones. Se puede ver que en el año 1990 la producción nacional era cercana a 120.000 toneladas, mientras en el año 2017 fue de tan solo 5.510.

A partir de este hecho, desde 2018 el ingeniero Mateo Romero (socio de Cervecera Fómeque, una pequeña cervecería basada en las montañas de Colombia) tomó como suya la causa y realizó una investigación en conjunto con el departamento de Ingeniería Agrícola de la Universidad Nacional para determinar la viabilidad de recuperar el cultivo y su industrialización desde cebada hasta cebada malteada. El malteado consiste en germinar el grano, interrumpir su germinación para activar enzimas necesarias para la producción de cerveza, secarlo y almacenarlo hasta su uso.

Sus resultados fueron favorables. Se demostró técnicamente que el grano producido en el país cuenta con potencial para producir cerveza de alta calidad. Por otra parte, se llegó a la conclusión que -incluso con los precios anteriores a la pandemia y a la lamentable guerra- la producción nacional puede ser competitiva.

Durante 2019 las empresas especializadas en pequeñas, micro y cervecerías caseras importaron 443 toneladas de malta a razón de U$0,73 el kilogramo (Fuente, DIAN)

Ingeniero Mateo Romero durante las pruebas de laboratorio 



Según los rendimientos de cebada por hectárea en Colombia, y el rendimiento del proceso maltero, para cubrir sólo esta parte del mercado (que corresponde al 3% del consumo nacional) se requiere cultivar al menos 277 hectáreas de cebada cervecera. Según información de ingenieros agrícolas, cada hectárea de cereal genera entre 3 y 4 empleos. Así, con estas cuentas básicas, recuperando la producción cerealera para abastecer a las pequeñas cervecerías podría generar al menos mil empleos rurales. Esto debería ser sólo el principio del camino, pues la cebada malteada colombiana tiene el potencial de lograr mayor cuota de mercado, generando más empleos y más pola.

Es decir, la cerveza independiente con malta local puede generar felicidad tanto a nivel etílico como laboral. Daría mucho gusto emborracharse y contribuir al bienestar de los agricultores colombianos. ¡Serían borracheras patrióticas! ¡Salud!

Escrito por: Andrés Mauricio Romero, antropólogo y cervecero. Socio Fundador de Cervecera Fómeque y por Francisco Pola Salavarrieta Ideólogo de Cervecera Fómeque.










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