Apuntes sobre el Paro Nacional


Por     Edgar Suárez Forero - Periódico el Sirirí 

En el año 2021 se dio la mayor movilización social en la historia reciente de nuestro país. Durante meses asistimos a un sismo en nuestra vida colectiva que cambió desde prácticas de nuestra cotidianidad hasta el paisaje de las ciudades. Aunque algunos quieren verlo como un estallido puntual, lo cierto es que el Paro Nacional ya venía apareciendo en las calles desde las movilizaciones de hace dos años y en las manifestaciones contra la brutalidad policial ocurridas en las principales ciudades del país.

Aunque el florero de Llorente fue una reforma tributaria más de las que se sacan debajo de la manga los gobiernos de turno (el actual gobierno ya va por la segunda), lo que empezó a aflorar en la voz y en los rostros que aparecían en plazas, parques, calles y carreteras ante la convocatoria del Paro Nacional, fue una inconformidad latente y acumulada, la sumatoria de diversas frustraciones que no ven en el ordenamiento actual, la salida a una crisis que, aunque cerremos los ojos, permanece y se profundiza.

Después de pasado un año de pandemia, la pobreza alcanzó a más del 40 % de la población, el desempleo también se escaló afectando en mayor medida a mujeres y jóvenes, la desigualdad económica llegó a su punto más alto en la última década, la inseguridad en las ciudades mantuvo su pico; si a esto le sumamos la frustración sobre un proceso de paz fallido, el incremento de la violencia política y el asesinato de centenares de líderes sociales en todo el territorio nacional, encontramos un escenario para que la indignación haya encontrado su cauce y su tiempo.

Aunque parte de la estrategia del gobierno, en complicidad de los medios masivos de comunicación, para frenar la movilización fue desinformar sobre lo que ocurría en las calles y en las casas, mostrando un país en llamas y bajo un inminente riesgo de desestabilización, lo cierto es que, tal como lo confirmó la Cidh en su informe, más del 90 % de las manifestaciones que se presentaron en el país durante el Paro Nacional no tuvieron enfrentamientos ni desmanes, aún así el trato represivo dado por parte del gobierno a las manifestaciones causó decenas de personas muertas, mutiladas y desaparecidas,.Y las sigue causando.

En el Oriente de Cundinamarca, a pesar de los audios que  llegaban por redes sociales avisando sobre posibles actos violentos en la región y que no eran más que una estrategia para intimidar a la población, la gente se manifestó en los diferentes municipios con alegría y creatividad, poniendo la música, el alimento o el teatro en el centro de la plaza. Además de las razones que convocaban al Paro Nacional, los diversos territorios, sectores y pueblos que conforman la nación, fueron sumando razones puntuales según sus realidades y contextos. En las movilizaciones de nuestra región los reclamos recurrentes fueron la falta de inversión social en la economía campesina, el cese a la violencia desatada contra la población y líderes sociales, y el pésimo estado de las vías principales y veredales, obstáculo permanente para el desarrollo económico y social de las comunidades.

Si bien las exigencias que convocaban siguen latentes y los avances en cambiar la agenda del gobierno nacional son nulos, no podemos decir que el Paro Nacional no logró su objetivo, pues como  movilización social amplió las posibilidades del pueblo colombiano, reconfigurando, no solo la agenda social y los tejidos que conforman las diversas comunidades, sino activando un diálogo permanente y solidario entre la gente, un mirarse a los ojos, algo fundamental si de lo que se trata es de construir un país en el propio seno y con las propias manos.

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