¿El COVID-19 se puede transmitir por medio de aguas residuales?



Freddy Leonardo Franco Idárraga
Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales. Magíster en Ingeniería Sanitaria y Ambiental y Ph. D. en Medio Ambiente Urbano.

UN periódico.
https://unperiodico.unal.edu.co/pages/detail/el-covid-19-se-puede-transmitir-por-medio-de-aguas-residuales/

El nuevo coronavirus, o COVID-19, sí se puede transmitir por contacto fecal y oral, de ahí las indicaciones de tener un baño separado para los pacientes infectados, bajar la tapa para que el virus no se disperse en los aerosoles, mantener los protocolos para los cuidadores clínicos, e incluso las recomendaciones sexuales. Esto significa que el virus está presente en el tracto gastrointestinal de algunos pacientes, por lo que obviamente lo excretan, y al descargar el agua, esta irá a las aguas residuales y el virus terminará en los alcantarillados.

Según investigaciones del Instituto Nacional de Salud Pública y Medio Ambiente de los Países Bajos (RIVM) y del KWR Instituto de Investigación del Ciclo del Agua, se han detectado múltiples fragmentos de ADN y ARN del COVID-19 en algunas de sus plantas de tratamiento de aguas residuales, aunque no se sabe si provienen de microorganismos viables e infecciosos, y aunque el método empleado no es cuantitativo, la intensidad de la señal indica que la concentración de virus parece baja.

Investigaciones sobre la persistencia de otros coronavirus y del SARS destacan que si no hay desinfección, el virus puede sobrevivir de horas a días. No obstante, en 2003 se dio una infección por SARS en un bloque de apartamentos de Hong Kong, en el cual estuvieron implicados los defectuosos sistemas de fontanería y ventilación de aire, y en un reciente informe que se adelanta se indicó la posible transmisión de este coronavirus a través de las tuberías de alcantarillado en otro edificio también en Hong Kong.

Estudios anteriores sobre el SARS y el ébola señalarían que el coronavirus se puede eliminar mediante prácticas estándar de depuración de aguas residuales que incluyan desinfección.

Sin embargo, el escaso avance en este tema en Colombia, y el contacto tan común –cercano y directo– con aguas residuales que se da en los cinturones de miseria donde habitan los segmentos más pobres de nuestra población, o incluso el que tienen los habitantes y pescadores de las poblaciones ribereñas de nuestros contaminados ríos, podría dar lugar a que en ellos la infección se diera también por este medio.

Otra población a proteger son los obreros y operarios de las empresas de alcantarillado, quienes deben evitar el contacto directo con los efluentes líquidos y no ingerir, tragar o respirar su rocío o niebla, lo cual se logra mediante el uso consciente y adecuado de los equipos pertinentes, como ropa protectora, guantes, botas, gafas de seguridad, mascarillas especiales, entre otros. Lo anterior, más el seguimiento estricto de todos los protocolos estándar de seguridad personal tras una inspección a las redes, son medidas de protección que deberían ser suficientes, además de los protocolos de higiene ya en curso para toda la población.

En cuanto a los operarios de las plantas de tratamiento de aguas residuales, los holandeses estiman que el riesgo por contacto con aerosoles provenientes de estas es bajo, y es que los procesos de depuración primaria, secundaria y terciaria van disminuyendo paulatinamente la concentración de microorganismos; de todas formas se deberán seguir estrictamente todos los protocolos de seguridad.

El resumen técnico “Agua, saneamiento, higiene y gestión de residuos para COVID-19” de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado a principios de marzo para profesionales y proveedores de agua y saneamiento, describió el COVID-19 como “un virus envuelto, no robusto, poco estable en el medioambiente y susceptible a los oxidantes como el cloro”, por lo que la correcta práctica de los métodos convencionales de tratamiento de agua potable –coagulación-floculación-decantación, filtración y desinfección– deberían inactivarlo.

En el informe se lee: “actualmente, no hay evidencia sobre la supervivencia del virus COVID-19 en el agua potable o las aguas residuales. La morfología y la estructura química del virus COVID-19 es muy similar a otros coronavirus humanos para los que hay evidencia tanto sobre la supervivencia en el medio ambiente como sobre las medidas de inactivación eficaces”.

Sin embargo, este se refiere a quienes cuentan con agua potable y no a aquellos acueductos que extraen líquido de cuerpos de agua que han sufrido vertidos residuales “río arriba” y que pueden ser susceptibles de tener contaminación por coronavirus en su suministro de agua cruda durante y después de un brote. Y aunque por el momento no hay evidencia de este en fuentes de agua superficiales, subterráneas o en acueductos, si ocurre en estos últimos indicaría que se está dando un procesamiento inadecuado a las aguas, ya que los procesos de desinfección (cloración, ozonización, UV) eliminan la contaminación microbiológica, siendo la primera la más empleada por garantizar un efecto residual ante posibles contaminaciones mientras llega a los usuarios.

En lugares donde el tratamiento de agua es deficiente o los sistemas de suministro de agua no están disponibles, técnicas tradicionales de tratamiento como el hervido, la irradiación solar o la dosificación de hipoclorito también se consideran efectivas para destruir los virus.

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