¿Un Turismo sostenible para el Oriente de Cundinamarca?

Vista desde el Parque la Chorrera - Choachí


Por Aldemeyer González R.

El turismo propone desarrollar innumerables acciones comunitarias. La historia de nuestras tierras y antepasados tiene un reto gigantesco, unir nuestros esfuerzos como hermanos y construir la convivencia social y la fraternidad, sin odios, rencillas y desesperanzas.

Con el nuevo milenio se han originado gigantescos cambios en nuestra provincia del Oriente de Cundinamarca. Por décadas las noticias de la región estaban relacionadas con extorsiones, secuestros, hurtos y delitos asociados a grupos armados que por décadas fueron vecinos discretos de la región. Hoy de estos municipios se comparte información distinta, donde se habla del agua, la riqueza de Chingaza, los caminos terciarios, las aves, los cultivos, la ganadería y la economía. Igualmente se han dimensionado otras formas de desarrollo, bienestar, economía y sociedad, estrechamente sustentadas en las Políticas Públicas y en el creciente negocio del Turismo.

Suponemos que luego de las décadas de conflicto armado, el proceso del posconflicto servirá para lidiar los horrores de la guerra y sus rezagos que persisten en nuestras comunidades. A pesar de los miedos, las angustias, las esperanzas, los sueños de cambio y la constante falencia del Estado en nuestros territorios rurales sobreviene la idea que la enorme deuda social estatal para todos los grupos poblacionales lleve a nuevas formas económicas y de todas ellas, la idea del turismo es la más importante. Pero, la pregunta es: ¿Estamos preparados para volcarnos hacia el turismo?

Actualmente el departamento de Cundinamarca adelanta Políticas Públicas Rurales, en las que plantean diferentes formas de turismo, entre las que se destacan el ecoturismo, aventurismo, senderismo, entre otras. Estas dinámicas económicas son proyectadas como alternativas de solución ante los conflictos recurrentes del campo como la falta de oportunidades y el empleo formal. El turismo plantea proporcionar ingresos y la disminución leve de las brechas sociales con las que nuestros habitantes luchamos con tesón y esperanza.

El turismo precisa una constante inversión público-privada, en acompañamiento del gobierno, sumado a profesionales del turismo y otros con enfoques ambientales y sostenibles, así como cambios en la cultura local. El reto es una revalorización de lo que ya tenemos. ¿Por qué no pensarnos en el alquiler de casas de adobe y bareheque?, ¿Recorridos por nuestras montañas y valles?, ¿Aproximaciones agrícolas y ganaderas?. ¿Podríamos llegar a simular un Panaca en las veredas?

Dentro de este creciente modelo económico; las numerosas y recientes placas huellas y el mantenimiento de las misma ayudan inminente en la construcción de otra forma de economía natural. Podríamos entonces pensarnos en la reapertura de aguas termales en Fómeque, y de parques ambientales como la Chorrera de Choachí. La clave es ampliar la gama del menú y brindarle a extranjeros y propios un portafolio de servicios que contenga nuestras playas, riveras y senderos.

Desde la Administración Pública los recursos existentes del Presupuesto Nacional amparan iniciativas de Desarrollo Sostenible que requiere de la constante veeduría ciudadana y de un compromiso comunitario firme que permita convocar planes, proyectos y programas viables y de mejora para todos. Para la implementación de paquetes turísticos se deben pensar en programas que promuevan el bilingüismo rural y que aumente la conectividad. Para el turismo es necesario la creación de asociaciones y cooperativas que favorezcan una serie de créditos, igualmente plantear la creación de chivas turísticas, paseos a lomo de burro o de mula, sitios específicos para la selfie, como miradores y lugares religiosos. Algunas visiones a futuro pueden ser descabelladas, pero solo el tiempo y sus trasformaciones pueden suponer la existencia de un cable aéreo turístico entre Fómeque y el Parque Natural Chingaza, similar al famoso cable de Chicamocha, en Santander. Quizás en pocos años estemos montados en un parapente sobre nuestras peñas más altas, visualizando la materialización efectiva del Turismo y el Desarrollo Sostenible.

Laguna de Ubaque

Finalmente será elemental valernos de la creatividad del cundinamarqués, rescatando las artesanías como las esteras en fique, que en mi caso, mi abuela aprendió a hacer por medio de su bisabuela, y que fueron aporte económico significativo en sus tiempos. Extiendo lazos de fraternidad entre todos, la invitación es a construir un mejor mañana con nuestros miedos y angustias pero con una ferviente esperanza de convivencia y salud mental que refleje un nuevo y mejorado territorio rural. Un sueño de almas y genética sin células de odio, rechazos y envidias.


Dr. Aldemeyer González R.  PSICÓLOGO Estudiante de posgrado de Administración Pública



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