Hacia una Pedagogía de la Madre Tierra

Docentes de Choachí y Ubaque participaron del taller “El Saber del Sabor del Razonamiento Lúdico” ofrecido por el mexicano Geovany Alavez Mendoza quien le contó al SIRIRÍ su experiencia transformando el concepto de la educación.
Licenciado Geovany Alavez Mendoza. Foto: Archivo particular.

“El concepto de la educación es muy complejo, es una palabra que causa polémica y es mejor hablar de saberes de la vida y de las cosas, de una pedagogía de la madre tierra”, nos cuenta Geovany Alavez Mendoza, quien posee una Maestría en Recreación y Administración del Tiempo Libre en la Universidad Regional Miguel Hidalgo y estudios de doctorado en Ocio y Potencial Humano en la Universidad de Deusto, Bilbao.

Alavez ha sido docente en educación básica, en escuelas de nivel superior y maestría, además de conferencista y tallerista de recreación comunitaria. Fue asesor del área de Recreación y Cultura del sindicato de maestros de la Sección XXII, en el proyecto de Recreación de la Comunalidad y la construcción de contenidos educativos emanados de los principios, valores y cosmovisiones de las comunidades del Estado de Oaxaca y actualmente trabaja en la Escuela Normal Experimental de Huajapan. Se encuentra de visita en Colombia, y luego de visitar Tumaco, pasó por Choachí en donde se reunió con un grupo de docentes para intercambiar sus experiencias lúdicas en la enseñanza de la matemática.

Taller realizado con los docentes de la IE Laureano Gómez de Choachí. Foto: Funlibre.

De origen muy humilde, fue criado por su madre, quien estudió hasta el segundo año de primaria y tuvo quince hijos, cuatro de ellos murieron a muy corta edad. Desde muy pequeño aprendió la cocina tradicional mixteca atendiendo un puesto de comida en el mercado de Huajuapan de León (Oaxaca). Con sus hermanos se turnaban para administrar el negocio y hoy recuerda esos años como un aprendizaje.“Nunca recibimos un pago y todos trabajamos para la familia, para la unidad”.

Con mucho esfuerzo, los diez consiguieron estudiar y Geovany, el octavo, se trasladó a la Ciudad México donde cursó la licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México. De ahí pasó a estudiar Educación Física en la Escuela Superior de Educación Física, pero la vida en la capital le resultaba muy tensa y decide en los años noventa regresar a Oaxaca.

Tras un breve paso por la Secretaría de Turismo, que le permitió conocer y amar más sus raíces, obtuvo una plaza de docente en su natal Huajuapan de León. “Los que llegamos de la ciudad a los pueblos creemos que sabemos más y mi primer hallazgo fue que para impartir conocimiento había que conocer a la comunidad, saber lo que hace la gente y sus formas de trabajar y disfrutar”.

Taller realizado en Tumaco. Foto: Archivo particular.

Al estar en contacto con comunidades ancestrales empezó un cambio. “Comencé a cuestionar los modelos y contenidos hasta entender la epistemología de lo propio, hasta diseñar otros procesos de recrear la vida, desde otra perspectiva y acabamos a partir de los pilares comunitarios, creando la pedagogía de la madre naturaleza”.

En su labor provocadora, constantemente indaga sobre el gusto de las cosas, para que el alumno pueda crear a partir del disfrute. “Lo que en Colombia se llama minga, en los pueblos de Oaxaca la llamamos tequio y es un sistema colaborativo. Es una vivencia, ajena a la teorización y cercana a labor comunitaria. Para dar un ejemplo, en las actividades comunales se les encarga a un grupo de personas hacer las tortillas, y cada uno llega con los ingredientes y mientras cocinan empiezan a platicar y en ese momento se van entremezclando el disfrute con el trabajo. Es un proceso que se construye para el bien de los otros, una donación de su tiempo para la comunidad”.

En su estudio, Alavez propone la educación como un método de fomentar el trabajo para la comunidad. “Se debe inculcar a valorar lo que se hizo antes y como en un proceso de cooperación, como una obligación moral, ayudar a cambiar el sistema hegemónico, por eso en las escuelas no deberían existir personas encargadas del aseo, si todos los niños se les ha inculcado a mantener limpio el salón y su escuela”.

Con ejercicios lúdico y recreativos Alavez promociona el aprendizaje. “Yo no soy matemático”, comenta, “pero a partir de los juegos enseño la matemática como un ejercicio de reflexión en donde se permita razonar y promover la lógica. Si conseguimos esto, es imposible que un político engañe a un pueblo”. De su experiencia en Choachí nos comparte que le gustó mucho encontrar a los profesores dispuestos, capaces de reírse y disfrutar. Su visita se gestó gracias al apoyo de la Fundación Colombiana del Tiempo Libre y la Recreación - FUNLIBRE.






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