La independencia no es historia.

LA INDEPENDENCIA NO ES HISTORIA


Por: Julián Vivas

Estoy de acuerdo con los que dicen que los historiadores, aparentes ratones de biblioteca, pueden ser  personas muy peligrosas para su congéneres humanos roedores o no roedores. Esta apreciación puede extenderse también para los periodistas. Al fin de cuentas la radio, la prensa o la televisión son también “herramientas del recuerdo” que ayudan a construir nuestra percepción del pasado, es decir, de la historia.

Las tergiversaciones de la historia son por completo funcionales a los intereses de quienes controlan la información, el dinero y el poder.

Esta afirmación puede estar más vigente hoy que nunca, cuando nos encontramos en medio de la conmemoración del bicentenario de la independencia. Hace doscientos años – eso nos dicen los historiadores – se da la disolución de  los yugos coloniales y la entrada en la senda de construcción de las modernas repúblicas. Frente a esta interpretación tradicional de lo que muchos consideran el mito fundacional  de las naciones latinoamericanas, es decir, las independencias nacionales, cabe preguntarse: a quien sirven esas visiones de la historia?

Primero, hay que decir que las conmemoraciones nos sirven para guardar colectiva y públicamente el  recuerdo de ciertos sucesos, ayudan a hacernos conscientes de un pasado histórico, es decir que son, en general, fuentes para la producción y reproducción de la memoria.  Las raíces de nuestra identidad se encuentran en la memoria, somos quienes creemos haber sido y quienes nos han dicho que fuimos; pero al mismo tiempo la memoria es la base sobre la cual edificamos una imagen de lo que podríamos llegar a ser. Es en especial por esto último que la reconstrucción constante de lo que recordamos se encuentra en el centro de los intereses de diferentes grupos sociales. Como afirma el importante historiador del Medioevo Jacques Le Goff "la memoria ha constituido un hito importante en la lucha por el poder conducida por las fuerzas sociales. Apoderarse de la memoria y del olvido es una de las máximas preocupaciones de las clases, de los grupos, de los individuos que han dominado y dominan las sociedades históricas"1.

Con la coyuntura de la conmemoración del bicentenario de la independencia, la memoria, las recordaciones, los olvidos y los proyectos, pasan nuevamente a la escena pública. Es por esto que se evidencian cada vez mas los afanes de las élites dominantes por elaborar, difundir e implantar una visión hegemónica sobre los dos siglos de vida republicana, lo mismo que sus proyectos de guerra y saqueo de recursos. Para esto utilizan los medios de comunicación, las noticias, los discursos o los monumentos conmemorativos, pero la educación es sin duda la cadena de trasmisión fundamental. A través de ella se nos ha contado una historia de la independencia protagonizada por hombres (nunca mujeres) blancos, pudientes, políticos o militares, ajenos a cualquier tipo de defecto y por tanto modelos sociales a ser imitados.

Ese propósito de crear una memoria nacional basada en un pasado unívoco que  impone silencios, que induce amnesias colectivas y que excluye de la historia a los marginados, convirtiendo así a los verdaderos protagonistas en espectadores pasivos y a los villanos en héroes, ha sido una constante en la lucha desigual que se libra en este territorio para otorgar sentido a lo que somos y a lo que debemos ser.

Como ocurrió hace cien años durante la conmemoración del primer centenario, los próximos años serán un momento proclive para la reconfiguración de nuestra memoria colectiva. Nuestro reto consiste en apartarnos de esas interpretaciones excluyentes, patrióticas, heroicas y nacionalistas de la historia, construir nuevos significados prácticos de un pasado que continúa siendo presente: La independencia.   Esa construcción no debe quedar solo en manos de los historiadores, son gente a la que hay que poner mucho cuidado cuando hablan sobre “nuestro” pasado, mas bien, el nuevo significado de la independencia debe vincularse con la cotidianidad, con la importancia de la educación, con los derechos, con la soberanía y la seguridad alimentaria. La independencia es ahora.

(1) Jacques le Goff, El orden de la memo­ria, Barcelona, Paidós. 1991. pág. 134­





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