En memoria de Mario Mejía Gutiérrez, padre de la agroecología en nuestro país, quien falleció a sus 86 años esta semana.
En Colombia, en las
primeras décadas del siglo XXI, se estableció como dogma el simplismo según el
cual el agua nace de los páramos, simplismo que ascendió a histeria, incluso a
nivel legislativo, con respecto a importantes núcleos urbanos que creen que la
bocatomas de sus acueductos se localizan en páramos.
En Junio de 2018, el
congreso colombiano legisló sobre delimitación de páramos, creando limbo sobre
los pobladores paramunos en lo que respecta a sus actividades de subsistencia,
incluso las agrícolas. En realidad hubieran bastado disposiciones prohibitivas
en el aspecto minero, especialmente en lo referente al uso de sustancias
nocivas como cianuro o mercurio, así como algunas restricciones en lo
agropecuario: en realidad, asuntos válidos para todo el país.
El agua potable depende del ciclo hidrológico,
interferido por condiciones orográficas geológicas. El agua nace, brota,
donde las condiciones geológicas lo determinan. Todo manantial, no solo los de páramos, tiene que ser protegido.
Corrientes colombianas como Magdalena, Cauca, Caquetá, Patía, Putumayo… se
originan en condiciones paramunas.
Pero la inmensidad de
los flujos acuáticos colombianos no reciben una gota de los glaciares y subsuelos
de páramos: es el caso de ríos, incluso
caudalosos, de los Llanos orientales, Amazonía y Pacífico.
En los Llanos: Tomo, Tuparro,
Vichada, Manacacías, Vita… En Amazonía: Rio Negro, Vaupés,
Cahuinarí, Apaporis, Mesay, Yarí, Cananarí, Papurí, Cotuhé, Caraparaná, Igaraparaná,
Miritiparaná, Inírida, Guainía, Isana…Incluso el Orinoco se
origina en sistemas del orden de alrededor de solo tres mil metros de altitud. En Pacífico: Napipi, Truandó,
Baudó, Cacarica…El Atrato solo recibe un afluente que viene del Nudo de
Paramillo… El San Juan procede, como el Atrato, de una cordillera que no se
fisonomiza netamente paramuna.
Nace la agricultura
En lo cultural, en la
relación espiritual con el entorno, las culturas andinas, de páramo, constituyeron
centros de creación y difusión, particularmente en el altiplano quechua – aymara,
hacia 20 grados de latitud sur, 3.800 metros de altitud, semidesierto (puna) que recibe entre Diciembre y
Marzo solo del orden de cuatrocientos milímetros de lluvias, régimen monomodal. Sistemas como el de
los Waru Waru fueron diseñados para agriculturas de
subsistencia a grandes altitudes y clima desértico.
Quinua hasta 4.100
metros de altitud.
Oca y papa hasta
4.000 metros.
Ulluco y tarwi hasta
3.500 metros.
Suelos de páramo
pueden ser de origen volcánico, es decir, paramagnéticos,
o sea, de alto potencial productivo. Aguas termales son
utilizadas en prácticas agropecuarias, (contra gota de papa, en baños y
dosificaciones al ganado), como es conocido por campesinos de Murillo – Tolima.
[2]
Perfil
altitudinal
En un principio, en
lo ancestral, originario, fue la vivencia itinerante a lo largo de diversos
pisos altitudinales. Los quimbayas ocupaban desde el río Cauca hasta la
cima de la Cordillera Central. Los pijaos, desde el río Magdalena hasta la cima
de la Cordillera Central. Los Yotocos, Calis, Jamundies, Guacaries, Bugas, desde el río Cauca hacia las cimas de las
Cordilleras Central y Occidental. Los emberas desde el Océano Pacífico hasta la
cima de la Cordillera Occidental. Los sálivas desde las faldas del Cocuy hasta
el pie de monte llanero. Los panches desde el río Magdalena hasta el altiplano
cundiboyacense. En la Sierra Nevada de Santa Marta se itineraban tres chagras:
una de tierra caliente, otra de clima medio, y otra de clima frío…
Pero la invasión
española implantó la idea de horizontalidad: haciendas extensas. Los jesuitas
hicieron posible esta idea creando hatos
en los Llanos Orientales y haciendas
en otras localidades, [4] con residencia permanente. En vez de bohíos provisionales dispersos,
reducción a poblados. Y, en vez de mil lenguas, un idioma común.
El siguiente esquema
altitudinal podría orientar acerca del perfil altitudinal colombiano, el cual
debe ser entendido con variaciones del orden de cien a doscientos metros según
circulaciones atmosféricas locales:
Piso ecuatorial 0 – 1000 m
Andes bajos 1000 - 1500 m
Andes medios 1500 – 2000 m
Andes propiamente
dichos 2000 – 3000 m
Pisos altos Andinos más de 3000 m
Subpáramo o páramo
bajo 3000 – 3500 m
Páramo 3500
– 4000 m
Superpáramo 4000 – 4750 m
Piso nival, glaciar más de 4750 m [5]
El perfil pluvial
altitudinal de cada río está dado por la particular circulación Valle – Montaña, pero la disposición
cordillerana se manifiesta con carácter general. En los flancos que dan a las
grandes llanuras (Llanos, Amazonía, Pacífico) la precipitación pluvial se
resuelve alrededor de los primeros ochocientos metros de altitud.
En los sectores
propiamente andinos las mayores precipitaciones se dan entre 2000 y 3000 metros de altitud, que es donde los ríos
andinos forman caudal. Ningún páramo ofrece río caudaloso. Las
bocatomas de urbes no se construyen en
páramos, sino abajo de 3000 metros, generalmente.
Hay que impedir
respecto de fuentes paramunas la contaminación,
minera y de consumos, aun a costa de prohibir minería, porque ésta se extiende
corriente abajo. A la vez, favorecer la infiltración
de la poca lluvia.
Los páramos colombianos son de tendencia seca (estación El
Refugio, páramo de El Ruiz, del orden de 800 a 900 milímetros anuales, 4.200 m
de altitud).
A falta de
pluviómetros, la vegetación espontánea paramuna es arrosetada, acopiadora de
agua. El frailejón es arrosetado y peludo: almacenador de agua escasa. El
frailejón consume el agua que capta. El mayor almacenador de agua en páramo es
la materia orgánica del suelo. Se favorece infiltración, mediante agricultura a
curvas de nivel, zanjillas de infiltración, lagunillas… Sea la ecuación:
Precipitación = escorrentía + infiltración +
evapotranspiración.
Si lo que se deseare
fuese aumentar la escorrentía,
entonces toca pensar en impermeabilizar el terreno, pavimentarlo, techar…
Si lo que se quisiera
fuese favorecer manantiales, entonces la clave está en favorecer infiltración, porque el relieve paramuno es diverso (escorrentía), y la
vegetación natural más o menos equivale a la cultivada (evapotranspiración).
Si lo que se quiere
es establecer áreas intangibles, entonces sugiero pensar en zonas arriba de
cuatro mil metros, y en los glaciares. En últimas pensar en el cambio
climático.
La ganadería en zonas
de páramo propiamente dicho 3000 a 4000 metros de altitud, debería derivar a
condiciones controladas (estabuladas) en que las excretas reciban tratamientos
microbiales y reciclajes. Y a actividades de cierta especialidad, como
apicultura, por ejemplo.
El agua que ocurre en
los páramos proviene de tres
fuentes: lluvia (escasa), glaciares (ya no los habrá en el siglo
21), agua juvenil volcánica (que dan
lugar a lagunas, que tal vez hayan sido calderas volcánicas, aspecto todavía no
dimensionado).
En vez de victimar a
los paramunos y atribuir a los páramos el agua que urbes consumen, éstas van a
tener que liberarse del monopolio burocrático de los acueductos municipales, y
modificar su concepción de vivienda: cada
casa tiene que diseñarse para almacenar agua lluvia. Cada urbe tiene que
construir reservorios y hacer potables sus aguas servidas
Conclusión
En Colombia somos
expertos en desplazamientos campesinos. Cristianos somos también expertos en
atropellar cristianos y a otros que no lo sean. A nombre del ambientalismo
podemos generar fundamentalismos conservacionistas, exclusivismos.
Las culturas de
Tíbet, Titicaca, Alaska, Siberia, Islandia,
Finlandia, Noruega, Nariño, Boyacá… son tan respetables como otras. La
destrucción de las culturas paramunas tienen nombre: etnocidio. ¿Debe morir un modo de vida para que otro sobreviva? Es asunto ético. Es posible la
convivencia de todos los seres en todos los entornos: Si estás en paz con todos los seres del cielo y de la tierra, todo será
tu amigo, y nada podrá hacerte daño (Taniguchi, década de 1920).
La espiritualidad es la forma más elevada de conciencia
política (declaración Iroquesa a la ONU, 1977).
La problemática en los páramos colombianos va
más allá de consideraciones meramente ambientalistas.
Felicidad para el
paramuno, como para el campesino, es vivir de su tierra; felicidad del urbano
es dinero. ¿Porqué un modo de vida tiene
que desaparecer para que otro sobreviva? (A. Davidson)
¿Es ético tasar
en dinero un mundo alternativo de vida, una cultura?
A toda cultura
ancestral saludo con el Aloha aina
hawaiano, que significa: el amor, la reverencia, el cuidado de la tierra. [6] ¿La tierra fue creada para el ecoturismo, las canchas de golf, la
hotelería?
[1] Ver de FAO – UNESCO – OMM, 1975, de Freire, Rea, y Rijks, Estudio agroclimatológico de la zona
Andina, 375 páginas y anexos.
[2] Veinte grados de latitud equivalen, más o menso, a mil metros de
altitud, a nivel ecuatorial (condición afín a la de Colombia).
[3] Ver del autor, 2006, Agricultura
y ganadería orgánicas a condiciones colombianas: retorno de los pobres al
campo, 310 páginas.
[4] Ver de John Murra, 1958 -71, Formaciones
económicas y políticas del mundo Andino. Instituto de estudios peruanos,
Lima, 339 páginas
Ver de Hermes Tovar, 1980, Grandes empresas agrícolas y ganaderas. Su
desarrollo en el siglo 18, Cooperativa de profesores de la Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá, 210 páginas.
[5] Ver del autor, 1982, Clasificaciones
climáticas y clasificaciones ecológicas, páginas 129 a 159 en Geografía, Departamento Geografía de la
Universidad Nacional de Colombia, Junio de 1982.
Ver del autor, 1994, Colombia: evolución y sustitución de los
sistemas prehispánicos… en Agriculturas
para la vida, 252 páginas.
[6] Ver de Jerry Mander, 1994, En
ausencia de lo sagrado., Ed. Cuatro Vientos, 532 páginas.
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