Desmemoria


por  A media cuadra prensa.

A la edad de 9 años, Henry Molaison se golpeó la cabeza en un accidente, lo que le generó la aparición de fuertes convulsiones. Después de dieciocho años, fue sometido a una operación de tipo experimental en la que le quitaron el hipotálamo para corregir su trastorno.  Posterior a la intervención, aunque mejoró su problema de convulsiones, Molaison perdió la memoria y la capacidad para formar nuevos recuerdos. Durante los restantes años de su vida, cada vez que comía, cada vez que salía, cada vez que se reunía con un amigo, era como si fuera por primera vez. (1)  Al no tener memoria, Henry Molaison repetía sus eventos cotidianos sin los recuerdos y la reflexión de sus acciones.

En este país de frágil de memoria y complejos acontecimientos, eliminar la memoria histórica sería sin duda un paso más a la perpetuación del conflicto armado interno en Colombia.  Conflicto en el que, como en muchos casos, ha llevado la carga la población más vulnerable de este país.

Cuando Colombia empezaba a erigir un proceso colectivo de reconstrucción de sus acontecimientos, después de muchos años de indiferencia y dificultades, el esclarecimiento de la verdad sobre situaciones como desplazamientos, secuestros, asesinatos, masacres y delitos de lesa humanidad, entre otros, se convertía en una acción fundamental para abrir el camino a la paz y la reconciliación.

El que las víctimas, sin importar su edad, género, edad, etnia o cultura empezaran a ser protagonistas, a contar sus vivencias, se convertían en un paso fundamental para tener consciencia de lo que han implicado todos estos años de disputas internas.

Según el Observatorio de memoria y conflicto(2) , cerca de 262.000 muertos colombianos dejó el enfrentamiento armado en Colombia entre 1958 y julio de 2018, de los cuales se estima que el 82% eran civiles y el 18% combatientes. El Informe general del Grupo de Memoria Histórica(3) señala entre los principales factores se encuentran: “la persistencia del problema agrario, y la propagación del narcotráfico; las influencias y presiones del contexto internacional; la fragmentación institucional y territorial del Estado” .

Por eso, para la conservación de la memoria histórica del país, preocupa la designación de Rubén Darío Acevedo como nuevo director del Centro Nacional de Memoria Histórica, quien entre sus acciones ha manifestado que en Colombia no ha habido conflicto armado.

Sin memoria, el gobierno de turno podrá negar lo que ha acontecido e hilar una nueva perspectiva de los acontecimientos. Sin memoria, distorsionarán la historia de quiénes fueron víctimas y quiénes victimarios. Sin memoria, seremos indiferentes frente a la inequidad que existe en la sociedad. Sin memoria, se olvidará la manera cómo los dineros mal habidos han permeado diferentes esferas de la vida cotidiana.

Sin memoria, seremos presas fáciles para alimentar prejuicios.  Sin memoria, será más cómodo el adoctrinamiento por parte de políticos y de líderes mesiánicos. Sin memoria, estigmatizarán cada vez más a quienes piensen diferente. Sin memoria, los medios de comunicación nos llenarán de información superflua para desviarnos de los problemas estructurales del país. Sin memoria, seremos impasibles frente al desastre ambiental que se deriva de la debilidad del estado y su territorio.  Sin memoria, justificaremos un nuevo rearme de la “gente de bien”.

Sin memoria, a nuestra sociedad le pasará lo que le pasó a Henry Molaison.  Sin memoria, será fácil manipularnos, perderemos la identidad, seremos seres menos autónomos. Sin memoria, perderemos la oportunidad de reflexionar sobre nuestra historia y seguiremos siendo un país que repite sus tragedias como si todo pasara por primera vez.


1. DÁVILA, José. El caso de H.M. Una vida sin recuerdos. http://www.encuentros.uma.es
2. Centro de Memoria Histórica. http://www.centrodememoriahistorica.gov.co
3. FAJARDO, Darío. Estudio sobre los orígenes del conflicto social armado, razones de su persistencia y sus efectos más profundos en la sociedad colombiana. 2015.

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