Ya fui lector secreto en la vereda Yerbabuena


Por Edgar Suárez

La invitación  para serlo me llegó en nueve cartas con mensajes, dibujos y pistas que hablaban de la importancia de leer, cada una llevaba el nombre del autor y el grado en el que estaban, los que iban desde preescolar hasta quinto de primaria. Todo un colegio, pensé, luego me aclararon que la escuela tenía, o le quedaban, nueve estudiantes.

Hace aproximadamente cinco años la sede física de la escuela de Yerbabuena, de la vereda del mismo nombre, ubicada en el municipio de Choachí, dejó de funcionar debido a que una falla en tierra estaba a punto de partirla en dos y dejarla en el suelo. Por esta razón muchos de los niños tuvieron que irse a otros colegios que quedan a mayor distancia. Actualmente la escuela de Yerbabuena funciona en la sala de una pequeña casa cercana a la anterior sede, que allí sigue, a punto de caerse.



El lector secreto es una actividad en la cual es invitado un lector o lectora a la jornada escolar, los niños obtienen algunas pistas pero hasta el día de la actividad descubren quien es el lector secreto. El lector secreto, por supuesto tiene que leer, para esta vez leímos y cantamos poesía infantil, Pombo, José Asunción Silva, Violeta Parra, entre otros. Posteriormente los niños compartieron poesía escrita por ellos y referentes al plan de lectura que llevan con su profesora, Marcela Castro, artífice y creativa de este ejercicio diseñado para fomentar la lectura en sus estudiantes. Como siguiente actividad los niños me hicieron una entrevista de gran factura con preguntas que habían preparado con anterioridad y que versaban sobre libros, literatura y los sueños que se tienen en la vida. Mientras tanto los más pequeños dibujaban al entrevistado.












Para finalizar pasamos al comedor al aire libre donde almorzamos a las 10:30 de la mañana un delicioso arroz con pollo, huevos de codorniz y gelatina con natilla de sagú. Los padres hacen una colecta para mejorar la alimentación escolar, así que los niños tienen alimento suficiente y cocinado con cariño por Omaira Janet Cruz, lo cual se nota en la sazón y en el color de la montaña.



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