Hipocondria (Un cuento)

Un día la ciudad amaneció enferma de miedo. Nadie se dio cuenta, pues el sol estaba en el mismo lugar y los semáforos seguían alumbrando su laberinto infinito.  Con el transcurso de las semanas, los síntomas se hicieron evidentes, pero aún así nadie parecía verlos. Donde antes hubo caminos pusieron rejas, donde hubo materas pusieron cámaras, donde antes había sombras pusieron luces, gente vigilante, cubículos, anuncios publicitarios, zonas prohibidas. Las aseguradoras y los bancos hicieron su agosto. Desde las pantallas de televisión y desde la radio se hablaba de asesinatos, enfermedades y cataclismos que a veces sucedían y a veces no, pero en los que todos creían como si fueran los episodios revelados por un dios . 

Cuando alguien se percataba de la simultaneidad de estos fenómenos y alertaba a sus conciudadanos, las autoridades y los medios entrevistaban a especialistas propios y foráneos que decían que todo había sido de esta manera desde el comienzo de los tiempos, que lo de la enfermedad del miedo era solo la especulación de mentes fanáticas que veían conspiraciones en todas partes y que buscaban desestabilizar el sistema. 

Por el miedo la gente se fue encerrando para rogar a sus ídolos por el fin de la noche oscura, entonces se hizo palpable, para muchos, que la enfermedad estaba ya en sus propios cuerpos. Había que ir a contárselo a los demás, la ciudad estaba muriendo de miedo. Organizaron grupos, salieron a las calles, hicieron manifestaciones y mitines, pero nadie escuchaba, ya era muy tarde, la ciudad estaba enferma de silencio. Para los más pesimistas y radicales no estaba enferma de silencio, sino de exceso de ruido, tenían como prueba la existencia sentida del sonido y que la gente seguía viendo videos todo el día. Buscaron otras maneras, lenguaje de señas, conjuros, ultrasonidos, redes sociales, telepatía, pero apenas lograban el despertar de tres o cuatro ciudadanos al día, casi nada si lo vemos a la luz del tamaño de la ciudad. Pronto descubrieron que la ciudad de lo que estaba enferma era de falta de tiempo, por ello volvieron a sus casas, no querían seguir desperdiciando su vida, todos saben que la enfermedad de la falta de tiempo, es una enfermedad incurable.

Edgar Suárez Forero



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