Aviso de terremoto. Libro de poemas de Edgar Suárez F.

Por Gianni Lara Cruz

Escribir es abrir la tierra para encontrarnos.Construir el mundo con imágenes que nacen cuando vuelven a leerse. Los poemas que habitan este Aviso de Terremoto son una advertencia sobre la manera en que los días dejan marcas imperceptibles en nuestros recuerdos, abren una puerta; se revisten de sensibilidad para preguntarnos por el presente.

Aunque han sido escritos con el devenir de los años, ven la luz en un momento histórico para los colombianos: vamos a completar un mes de paro nacional. El paro reacciona entonces en medio de la cotidianidad de la violencia a la que nos hemos acostumbrado y este atado de poemas es una forma de entender también la crisis que nos atraviesa y la inexistencia de algún tipo de rumbo o certeza. Por eso Edgar Suárez (conocido en el bajo mundo como Tito), retoma esos temas cotidianos y los convierte en versos en donde despertamos desnudos frente a la crudeza del sistema.
Dos lados y cuarenta y tres saetas son parte de este poemario. Los temas se abren en diversos sentidos y van desde la desidia de vivir hasta el fugaz amor

que se evapora en la desesperanza. La poesía es quizás el género más complejo de la literatura, porque de manera sintética invita a construir la imagen completa con pocas palabras, no tiene la ventaja de la prosa que puede extenderse en descripciones y recorridos. Con los versos justos se hace un poema. No sabemos hasta donde alcance la trascendencia de estas palabras, el papel de Tito llega hasta esta impresión en donde van atadas sus percepciones del silencio, la tarde, la gente, la desigualdad social, la injusticia y el amor.

Esperamos que la audiencia sepa apreciar estas palabras que llegan en un momento en que el mundo tiembla. Varios pueblos han decidido despertar y levantarse frente a la opresión de sus gobernantes. El arte es un arma, hoy más que nunca, en un país atravesado por la violencia, sólo nos queda confiar en la poesía como un llamado a que la realidad nos atraviese y nos permita encontrarnos como hermanos.

Algunos poemas de Aviso de terremoto.

A cuchillo

Señor de la cárcel y los pedazos,
hijo del sacrificio y la cosecha,
tú que naciste de la piedra
y creciste en el rojo de los amaneceres,
que has visto la fe en los ojos del verdugo
y en la cocina de los pescadores,
ten piedad de nosotros.
Pedimos dolor para nuestra culpa,
nos presentamos confundidos ante ti,
pero traemos nuestras copas
encerradas en el puño.

Señor,
debes salir de los cajones,
Y volver a tomar tu turno.
No queremos a tu prole,
ni a la sombra de la espada
ni a la luz de los misiles.
Han pervertido tu nombre
al punto de volverte motosierra
y navaja suiza.

Tú que rompes los trofeos,
que eres la herramienta crucial
del abandono y los abandonados,
medicina y callejón de la intemperie,
acude en nuestra ayuda.
Aquí está tu trono.

Que sea tu ira la única que rompa
los placeres y los parques
y que en tu brillo se arrulle
la luna de toda guerra
y toda injusticia.


Semanas

Empiezan, terminan, te dicen
si debes ir a trabajar, empezar a reptar
u olvidar la caída.
Te miden las rendijas por donde
miras caer la lluvia.
Te albergan en su gran pozo.
Te ponen las manos en el cuello
para mirarte crecer
hasta que al fin revientes
como un sol suicida.
Qué mala suerte
que los lunes no abran el bar.


No pasarán

Podrán regar las flores
pero no detendrán el
cambio climático.


La plaza

No son los fantasmas
los que han venido aquí
a conciliarse, es la savia,
el viento, otra vez la esquina,
por eso vas de boca en boca,
hablando la lengua
de las mismas, para que todo
sea como en tu casa,
el vértigo de estar vivas,
el ser parte de la receta.
Aquí, donde fundiste el cemento frío
con la espesura de corazones
en vilo, donde cortaste la madera
ciega para poner la cumbre de la raíz
en los poemas del mundo.
Es el humo que te has hecho,
la fiesta que has estado preparando.

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