Las expresiones multitudinarias recientes del 21 de abril y del 1 de mayo en las principales ciudades del país, indican que la sociedad colombiana camina en libertad. Las marchas desde ya serán protagonistas de lo que se augura una larga carrera electoral para el 2026 ¿Quién gana el pulso? ¿Izquierda o Derecha? La indiscutible ganadora es la Democracia.
Por PACHO RESTREPO
Especial EL SIRIRÍ
Hace tres años, durante el estallido social, las marchas dejaron muertos y muchos heridos. Las manifestaciones populares espontáneas fueron la reacción social generada por el mal manejo de la pandemia y en general, debido a las políticas del gobierno Duque. En aquel tiempo el Senador y jefe de la oposición Gustavo Petro denunció estos atropellos de forma vehemente y de ese caos institucional donde brilló la arrogancia, la corrupción y la desidia, salió perdiendo el pulso el Centro Democrático. Este partido político con veinte años en el gobierno, que se había dedicado a promover la confrontación contra el pueblo que salía a las calles, prefirió apostar a la impopularidad de la represión, en un infructuoso esfuerzo por sostener a Duque en su cargo.
El costo fue tan alto que resultaron vencidos en las urnas y ni sus dos alfiles, Federico "Fico" Gutiérrez, derrotado en primera vuelta y el ingeniero Rodolfo Hernández, derrotado en la segunda, consiguieron detener el fenómeno popular que emergió de las marchas. El tiro les salió tan mal, que la estrategia del terror de las falsas cadenas de whatsapp con el "se están metiendo en los apartamentos" o la famosa falsa "toma guerrillera en Bogotá", logró el efecto contrario y Gustavo Petro se consolidó como un fenómeno político, no sólo del país sino a nivel mundial.
A la Derecha colombiana nunca se le ha visto tan asustada. Me refiero al 47,31% de personas que votaron al candidato de la Liga Contra La Corrupción Rodolfo Hernández, sólo por impedir la llegada de Petro. Un numeroso grupo de personas que conocían de antemano las andanzas de Hernández, el cual desde hacía años tenía serios cuestionamientos por varios contratos y aún así lo votaron, por el miedo a Petro. Ahora, estos mismos y de manera vergonzante, se notan preocupados por el gobierno del Cambio, cuando el que pretendían elegir hubiese resultado un verdadero desequilibrio institucional. Así lo corroboró la justicia el pasado 15 de marzo, al condenar a Hernández por el delito de interés indebido en contratos.
Este mismo sector, que ha quedado por primera vez fuera del gobierno y ahora es oposición, empieza a utilizar las marchas en su beneficio. Los que antes torpedearon con mentiras, los que tanto criticaron la movilización nacional, los mismos que hasta intentaron restringirla por decreto, hoy son los patrocinadores de las actuales marchas de la oposición. Las vueltas de la vida. Lo cierto es que ahora les resulta imposible desconocer que tanto las marchas de izquierda como de derecha, han sido enormes manifestaciones democráticas, legítimas y pacíficas.
En este gobierno hemos pasado la oscura página de los días de las manifestaciones contra Iván Duque y hoy la gente puede salir a expresarse pacíficamente sin ser rodeado por motorizados, ni seguido por policías, ni fotografiado por desconocidos, o toreados por el ESMAD, la fuerza élite con permiso para reventar a los marchantes y tirar gases para dispersar manifestaciones. La represión a las marchas del pasado, hoy, en un gobierno de izquierda, contrastan notoriamente y existen muchas más garantías para los manifestantes y a nadie le sacan los ojos, lo arrestan o desaparecen. Tampoco hay infiltrados, ni saboteadores profesionales.
¿La Marcha de la Muerte?
El pasado 21 de abril, ciertos sectores de las clases alta y media salieron en miles a las calles. La consigna: Fuera Petro. Los marchantes exigieron derogar las reformas planteadas por el gobierno del Cambio y fue una marcha lóbrega y fría de sombrillas oscuras que caminó del Parque de la Independencia hasta la Plaza de Bolívar en Bogotá y en el resto del país, soleada y multitudinaria, donde brillaron algunos acaloramientos, como los ataques al canal RTVC y a comunicadores que cubrían el evento. También por algunas expresiones desagradables que todos vimos en redes sociales, donde mostraban procesiones macabras llevando ataúdes y pidiendo la muerte del presidente.
Los enemigos acérrimos de estas reformas que afectan directamente su patrimonio, son un grupo privilegiado de personas que han pertenecido por centurias a la clase dirigente. Estos que hoy han dejado de gobernar y se han hecho ahora llamar la Oposición Inteligente, son una manta donde se tejen distintas facciones de la Derecha, entre los que se mezclan los abúlicos defensores del ex presidente Álvaro Uribe adscritos al Centro Democrático, una amplia facción del Partido Verde, algunos miembros del Partido Conservador, Partido Liberal y Partido de la U, sumados al sector de Cambio Radical que tácitamente busca la aspiración de Germán Vargas Lleras a la presidencia.
Vale la pena destacar que entre los promotores de la manifestación del 21 de abril se encuentran dos nietos del presidente Santos Montejo y primos a su vez del también del ex presidente Juan Manuel Santos Calderón. Tanto Diego Santos como el ex vicepresidente Francisco Santos se erigen como los dos enemigos más acérrimos al gobierno en redes sociales y basta darles un vistazo a sus trinos para ver su enconado odio hacia el progresismo. Ambos aparecieron en los medios tradicionales invitando a sumarse a la marcha y previos al evento se destacaron por alimentar a las clases medias y altas con argumentos radicales ¿Qué desean? Tumbar el gobierno a como de lugar, pasando por encima de un posible diálogo, una concertación o quizás llevar una iniciativa al debate público.
La única salida que estos encuentran es un Juicio Político y la destitución de este gobierno. Detrás de esta escaramuza se encuentran apertrechados y alimentando el fuego toda la maquinaria que ha hecho de este país una de las naciones más desiguales del planeta y que víctimas de su propio invento crearon un "monstruo" llamado Petro, el cuál contra todos sus vaticinios y todas las campañas de desinformación, llegó a la presidencia. La élite, que se creía —y aún se cree— heredera del poder y que en otrora intentaron desprestigiar el movimiento social, ahora se encuentran inmersos en capitalizar este tipo de manifestaciones con el objetivo de alimentar sus aspiraciones.
De nuevo, la Oposición Inteligente comete otro gran error. Ante la escasez de argumentos en el debate de las ideas se equivocan alimentando el odio a la personalidad, cuando tienen la posibilidad en bandeja de plata de dejar sentadas sus propuestas a las grandes cuestiones ciudadanas que requiere nuestro país, pero prefieren la comodidad limitada del enunciado simple de Fuera Petro. Lejos de dar soluciones, los políticos de profesión hacen gala de su capacidad para insultar, desprestigiar, mentir e inclusive burlarse socarronamente del presidente, en grados tan oprobiosos que lejos de conseguir su cometido, acaban es manchando su propia reputación.
Con la estrategia de estos personajes, los que vienen cocinando a fuego lento es un coctel explosivo. Si a punta de calumnias pretenden eliminar la legitimidad de nuestro presidente, tarde que temprano la luz saldrá a relucir. Por dar un ejemplo, el temor a perpetuarse del poder por medio de una Asamblea Constituyente, en unos meses cuando se destapen las candidaturas para el 2026, les llevará al descrédito y la burla. Por eso, la invitación es abstraer a Petro del centro del debate y buscar el horizonte de las ideas.
El futuro de la izquierda dependerá obviamente de los resultados de la política de la Potencia Mundial de la Vida, pero más allá del pulso obsceno entre izquierda y derecha y de la política electorera, lo que hoy viene sucediendo en nuestro país es una admirable demostración democrática, que pese a todos los augurios de la Derecha, nos muestra una Colombia plural ejerciendo su derecho a la protesta. Las mentiras caen solas. Colombia no se ha vuelto Venezuela, Petro no busca establecer una dictadura y las grandes transformaciones de nuestro país propuestas por este gobierno son las curas a los graves problemas que durante décadas han dejado los anteriores gobiernos.
El Miedo de los Medios
Un actor fundamental en toda esta historia son los medios de comunicación. Este visceral odio que los medios tradicionales propagan por todos los flancos a Petro, dejan entrever, entre otras muchas cosas, que los los dueños del país, los banqueros que son propietarios de estos canales, se alejan de los intereses de este país por privilegiar su poder hegemónico. Lejos de acompañar una propuesta, su estrategia es legitimar lo más rancio de la politiquería y han sido efectivos acolitando a los precandidatos presidenciales de siempre y esparciendo la histeria colectiva de los fantasmas que según ellos trae un gobierno de izquierda.
Esta desconexión se hizo evidente el 1 de mayo. Esa noche los noticieros debían promover no sólo la marcha histórica en apoyo al gobierno, sino que por primera vez en la historia reciente un presidente marchó con el pueblo el Día de los Trabajadores. De los múltiples titulares que podían haber difundido del discurso de Petro en la tarima, todos los medios tradicionales se quedaron con el anuncio de la ruptura diplomática con Israel, que era apenas el inicio de su pronunciamiento y además, surgió un hecho "improvisado" que intentó ocultar el éxito de la jornada, un cacerolazo en los barrios pudientes de Bogotá y Medellín.
La comparación de unas cacerolas que se escucharon en Chapinero Alto y Rosales, con la enorme movilización de apoyo al gobierno, muestran el cinismo del poder mediático. Sumada a la escasez de ideas de los contradictores al gobierno, vivimos también en una crisis de información que muchas veces, de manera descarada, propagan ecos antidemocráticos. Mientras en las redes se perfilan a ciudadanos afectos al gobierno, los que se oponen a las reformas tienen una silla preferencial, denotando un desequilibrio de la información y planteando un debate sobre la veracidad de los medios de comunicación.
Los cacerolazos, que nacieron de la indignación de los ciudadanos durante el gobierno Duque y que sumados a las banderas rojas que denotaban la angustiosa hambruna fueron el símbolo de la resistencia, hoy se reencauchan y se utilizan para atacar el gobierno. Ya había generado controversia que el himno de la movilización nacional, el Bella Ciao, que miles cantaron contra Duque hoy sea cantado contra Petro en las manifestaciones, pero esto de utilizar el cacerolazo, símbolo de la desigualdad, para promover una oposición a un gobierno decidido a romper con estas brechas, a todas luces resulta un absurdo. Las protestas legítimas de las clases pudientes ya sea por desinformación acerca de las reformas o por propia convicción política, no pueden ser más importantes que los actos legítimos de un gobierno.
Por todo esto, a la falta de ideas y creatividad, nos encontramos ante un pueblo que desea vivir en paz. Por eso, se seguirá caminando, vociferando consignas, ondeando banderas. Estas marchas que acabamos de vivir es la demostración del poder del largo ejercicio democrático que ha forjado este país, tierra prolífera de oradores y de movimientos de masas. Si la movilización popular se encuentra viva es porque detrás pervive una sociedad que clama por un futuro mejor. Ver cada vez más a gente interesada por los temas nacionales es, aunque la Derecha lo niegue, la activación irrevocable del poder constituyente. El cambio, evidentemente no ha llegado en apenas son dos años y medio, pero todo denota que para obtenerlo, Colombia saldrá a las calles y marchará por conseguirlo.
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