Fortalecer la economía local

Editorial - El Sirirí

Nos encontramos en medio de una pandemia que se estableció en el mundo en enero de este año y que en  Colombia nos llevó al confinamiento desde marzo. A pesar de la insistencia del gobierno por reactivar la economía, dadas las actuales circunstancias, todavía no podemos salir de nuestras casas sin la preocupación de que vayamos a contagiarnos. Y es precisamente el falso dilema entre la vida y la economía, el que no nos permite reflexionar sobre los aprendizajes de este momento histórico que estamos viviendo y sobre la necesidad de replantear nuestras formas de existencia para continuar conviviendo con este virus y otros que nos seguirán acompañando.

Es importante recordar que la situación en la que nos encontramos no es sólo producto del Covid-19. Los niveles de pobreza, desigualdad y degradación ambiental no fueron generados por el virus. Es cierto que su llegada agudizó la situación, pero las condiciones socioeconómicas de nuestro país tenían unas fuertes afectaciones mucho antes de la llegada de la pandemia.

El virus nos obliga a hacer un alto en el camino, a observar entre los afanes del día a día lo que es realmente importante: la vida. Podemos tener mucho dinero debajo del colchón o en los bancos, pero si la enfermedad toca a nuestra puerta, nuestra salud no puede ser comprada con billetes. Podemos tener grandes extensiones de tierra, pero si no tiene los nutrientes o el agua ni quien nos ayude a cultivarla, no podremos alimentarnos. 

Y es que la vida no es una cuestión individual. Esta pandemia pone de manifiesto cómo todos y todas mantenemos una interrelación, incluso con la naturaleza. Entre más contaminado y deteriorado este el ambiente donde vivimos, más susceptibles seremos a las enfermedades. Entre menos procesados sean nuestros alimentos, mayores serán nuestras defensas. A pesar del mensaje de guardarnos cada uno en nuestras casas,  lo que nos permitirá sobrevivir esta situación, no es el aislamiento, sino el apoyo mutuo el trabajo en comunidad y la capacidad de relacionarnos con nuestro entorno, lo que incluye fortalecer los tejidos sociales que mantienen la vida y el cuidado. Algo de esto ya lo hemos vivido durante esta pandemia. Nuestros intercambios, nuestro comercio y diálogo, se han hecho más permanentes con personas que están en la proximidad, como parientes, amigos y amigas, vecinos y vecinas. La solidaridad ha entrado en lugares y decisiones en los que primaba el interés particular. De ahí que tome mayor relevancia el carácter local de nuestra economía.

La economía local es la plataforma que soporta el bienestar de la población en territorios determinados. Los beneficios de una economía local activa son diversos, puesto que ésta es determinante en el desarrollo técnico y tecnológico del territorio, en su identidad cultural y en la capacidad de las comunidades locales y regionales de encontrar alternativas para su desarrollo o aumentar su incidencia y participación en la sociedad. La crisis sanitaria y económica presentada puede ser determinante en cambiar formas de producción y consumo que favorezcan esta economía local, dando prelación en nuestras decisiones a lo que se produce y comercializa localmente. Estos cambios necesarios fortalecen nuestra capacidad colectiva, la de nuestro barrio, nuestro municipio, nuestra vereda, y permite a las personas tener una mayor trazabilidad de los bienes y servicios de su canasta, lograr ahorro energético y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, entre otros beneficios sociales, económicos y ambientales.

El cuidado de nuestras familias y nuestras comunidades, así como el mejoramiento de las condiciones ambientales es imprescindible para que todos y todas podamos, no solamente superar la pandemia, sino construir otras formas de existencia que no continúen en la lógica de la explotación y del saqueo. Ahora debemos ser más conscientes de que no se trata simplemente de superar la crisis, sino de construir las condiciones para mejorar nuestro presente y garantizar las condiciones de vida digna para las próximas generaciones.



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