La realidad de esta situación de pandemia mundial vista por un trabajador de la salud radicado en el oriente de Cundinamarca.
Dr. Aldemeyer González R.
“Ahora tendremos que vivir un amor en tiempos del coronavirus”
Ante la alerta en Salud Pública Mundial, es responsabilidad de los diferentes territorios sumarse en acciones puntuales ante el desafío del COVID-19, sin embargo el título en forma sencilla explica una realidad tortuosa que cargamos los que nacimos y crecimos en países subdesarrollados. Tristemente el Sistema de Salud se desbordaría inminentemente con una propagación del virus de manera masiva, pues no contamos a cabalidad con los recursos científicos, técnicos, logísticos, sociales y culturales para cumplir los estándares mundiales.
Por estas tierras de conquista colonial y vestigios indígenas aún no hemos incorporado en la cultura las técnicas del lavado de manos y paradójicamente continuamos con unos niveles de educación bajos que van construyendo factores de riesgo en relación con la salud. Por la mente de los gobernantes el enfoque de los Determinantes Sociales en Salud parece un dolor de muela que aún no recibe el tratamiento efectivo, ante ello han optado mediante juegos epidemiológicos extender la curva de contagios para no colapsar, pues las escasas unidades de Cuidados Intensivos no alcanzan.
La emergencia pública supone falencias históricas, si bien nos plantean el lavado de manos frecuente como estrategia de prevención fiable, lo cierto es que en los municipios de Cundinamarca se presenta desde hace unas décadas un pico y placa de servicios públicos, donde sin avisar y sin gestionar planes de mitigación pasamos horas y hasta días sin el acceso al agua o a la luz, agudizando aspectos sanitarios y sociales que todo experto y colega en el campo de la salud deberá tener en cuenta.
Situándonos en el lugar de origen del virus, Wuhan contó con centenares y millares de camas para la atención en salud, incluso lograron levantar hospitales en días junto al despliegue de innumerables medidas coherentes, aspectos propios de países desarrollados. Allá si hay cama para tanta gente enferma y dan ejemplo de medidas de diagnóstico y tratamiento oportuno, pero pese a tanta maravilla persisten unos rezagos económicos, y allí cabe indagarnos: ¿Qué pasará con América Latina? ¿Qué nos espera en pequeños territorios? ¿Cuál será el impacto económico en nuestro país?
La crisis mundial puede verse como alternativa para gestionar la construcción de un espacio para tomar una mayor conciencia sobre el autocuidado y las enfermedades respiratorias, igualmente la pandemia logrará visualizar y materializar otras formas para socializar, educarnos y trabajar, pero mientras esto sucede las miradas sociológicas, antropológicas y psicológicas tendrán mucho por meditar y analizar. No podemos tapar la enorme problemática que acarrea ser un Estado en vías de desarrollo que aún no cuenta con la cobertura suficiente de las necesidades básicas humanas.
Ante lo previsto anteriormente, parece entonces que se acerca una nueva revolución social y económica, sin desconocer que no tenemos las camas para tanta gente, ni tampoco los mecanismos sólidos para sobrellevar una cuarentena con sus implicaciones emocionales y afectivas, parece muy sencillo perifonear lemas sonoros, que ponernos en la labor coherente, sistemática y articulada para consolidar unos territorios con el cumplimiento de los Derechos Humanos y de lo que estos acarrean, sin dejar a un lado el agua panela con limón.
Dr. Aldemeyer González R.
“Ahora tendremos que vivir un amor en tiempos del coronavirus”
Ante la alerta en Salud Pública Mundial, es responsabilidad de los diferentes territorios sumarse en acciones puntuales ante el desafío del COVID-19, sin embargo el título en forma sencilla explica una realidad tortuosa que cargamos los que nacimos y crecimos en países subdesarrollados. Tristemente el Sistema de Salud se desbordaría inminentemente con una propagación del virus de manera masiva, pues no contamos a cabalidad con los recursos científicos, técnicos, logísticos, sociales y culturales para cumplir los estándares mundiales.
Por estas tierras de conquista colonial y vestigios indígenas aún no hemos incorporado en la cultura las técnicas del lavado de manos y paradójicamente continuamos con unos niveles de educación bajos que van construyendo factores de riesgo en relación con la salud. Por la mente de los gobernantes el enfoque de los Determinantes Sociales en Salud parece un dolor de muela que aún no recibe el tratamiento efectivo, ante ello han optado mediante juegos epidemiológicos extender la curva de contagios para no colapsar, pues las escasas unidades de Cuidados Intensivos no alcanzan.
La emergencia pública supone falencias históricas, si bien nos plantean el lavado de manos frecuente como estrategia de prevención fiable, lo cierto es que en los municipios de Cundinamarca se presenta desde hace unas décadas un pico y placa de servicios públicos, donde sin avisar y sin gestionar planes de mitigación pasamos horas y hasta días sin el acceso al agua o a la luz, agudizando aspectos sanitarios y sociales que todo experto y colega en el campo de la salud deberá tener en cuenta.
Situándonos en el lugar de origen del virus, Wuhan contó con centenares y millares de camas para la atención en salud, incluso lograron levantar hospitales en días junto al despliegue de innumerables medidas coherentes, aspectos propios de países desarrollados. Allá si hay cama para tanta gente enferma y dan ejemplo de medidas de diagnóstico y tratamiento oportuno, pero pese a tanta maravilla persisten unos rezagos económicos, y allí cabe indagarnos: ¿Qué pasará con América Latina? ¿Qué nos espera en pequeños territorios? ¿Cuál será el impacto económico en nuestro país?
La crisis mundial puede verse como alternativa para gestionar la construcción de un espacio para tomar una mayor conciencia sobre el autocuidado y las enfermedades respiratorias, igualmente la pandemia logrará visualizar y materializar otras formas para socializar, educarnos y trabajar, pero mientras esto sucede las miradas sociológicas, antropológicas y psicológicas tendrán mucho por meditar y analizar. No podemos tapar la enorme problemática que acarrea ser un Estado en vías de desarrollo que aún no cuenta con la cobertura suficiente de las necesidades básicas humanas.
Ante lo previsto anteriormente, parece entonces que se acerca una nueva revolución social y económica, sin desconocer que no tenemos las camas para tanta gente, ni tampoco los mecanismos sólidos para sobrellevar una cuarentena con sus implicaciones emocionales y afectivas, parece muy sencillo perifonear lemas sonoros, que ponernos en la labor coherente, sistemática y articulada para consolidar unos territorios con el cumplimiento de los Derechos Humanos y de lo que estos acarrean, sin dejar a un lado el agua panela con limón.
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